lunes, 28 de noviembre de 2011

Sex on fire 4/13

ROBERT: Hace una hora que llegué al apartamento. Sam está en el sofá vencida por el sueño y cansado de contemplarla pidiendo una explicación o casi rogándole a no poder quererla como se merece me encierro en mi habitación a componer cualquier canción. Son cientos de palabras las que recorren mis pensamientos y acribillan incesantemente mis pensamientos.
En poco tiempo el suelo esta lleno de copos de papel con palabras que jamás llegarán a ser melodía porque cuentas un deseo pasional que casi es infrahumano. Y cuando estoy a punto de lanzar otro papel en mitad del negro de la habitación, no sin antes asfixiarlo en mi puño, alguien llama a la puerta.
Al quitar el pestillo de la puerta y tras el chirriante ruido de esta que intento acallar para evitar que Sam se despierte, las letras muertas en papeles por mi habitación cobra vida. Una vida exuberante, de melena infinita y curvas suicidas. Ella, algo desaliñada y de repente tímida en mitad de la noche y la soledad de la escalera. Sharon entra sin pedir permiso sin dejar de respirar agitadamente guardando varios mechones repetidamente tras sus orejas.
Nerviosa, mira a ambos lados del pequeño piso casi a oscuras. Anulado no puedo dejar de obsérvala  Lleva una camiseta enorme y chaqueta vaquera aún más grande y como no, sus imprescindibles botas de acero. Sus piernas desnudas invitan al delirio y su atractivo crece por momentos. Detiene su mirada en Sam, que se ha quedado dormida en el sofá con mi ropa y el móvil en la mano. Decidí no despertarla al llegar y cubrirla con una manta.
- ¿Ella es tu estabilidad?
- Se llama Sam - respondo nervioso y en un tono bajo para no despertarla e incitar a Sharon a que tampoco lo haga.
- Y yo Sharon - baja el nivel de voz-. No tengo las llaves de mi piso por una historia que...
Me explica cualquiera de sus múltiples problemas. Ella es un pozo sin fondo en esa cuestión y siempre los olvida en cada actuación.

Hay rumores en New York. Dos fuerzas del rock se buscan en la nocturnidad de Lower East Side (Manhattan-NY). Una de ellas se avergüenza e incluso se asusta pero la otra empieza a necesitarla y rebaja su semblante altivo.

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