lunes, 7 de noviembre de 2011

Debo aceptar que ...

Vuestro Dios ignora la desesperación en vuestro rostro.
Lamento profundamente que la frialdad con la que me dirigí hacia usted le hiriera. Juro haberle ansiado todos y cada uno de los días desde que le vi.
Vuestro Dios ignora que el más frío trato puede desencadenar las más ardientes pasiones en los cuerpos de aquello quienes hayan sido llamados al sufrimiento en lo que al amor respecta.
Vuestro Dios ignora demasiado y por eso juzga erróneamente. Quizás la posición victimita no corresponde única y exclusivamente a su persona. Si él supiese que desconocía la dichosa capacidad de calentar que al fuego pertenece por quemaduras pasadas que recientemente usted curó...
Vuestro Dios desconoce que con vuestra mirada matasteis el mal de mi alma que hoy rebosa de gratitud por vuestro misericordioso amor.
Y es más, aunque usted se sienta herido e incapaz de asumir que enferma de un creciente deseo incontrolable por sentirme a centímetros de su torso desnudo, debo admitir que he entregado todas mis fuerzas y encarado todas mis ilusiones a que usted sea feliz, aunque ya no me incluya a mi en el hallazgo, puesto que no me perdonaría ser frío para tan pasional alma capaz de cambiar, sanar y educar al ser más perdido en el arte del amar.Vuestro Dios desconoce también, que le amé y le amo de nuevo en este preciso momento. Aunque no haya acabado de leer estas líneas por considerarlas dañinas lanzas de alguien según usted "INCAPAZ DE QUERER".
(Cabe destacar que este texto no es mio, simplemente consideré que sería preciso publicarlo hoy, ¡besos a todos!)

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