domingo, 25 de diciembre de 2011

Sex on fire 11/13

SHARON: Mis senos quedan al descubierto y así todo mi torso que se cubre a la vez de cabellera negra y mojada. Él entra y cierra de un portazo. Camina hacia mi rápidamente y con una rabia desmedida me sube en él y me estampa contra la pared. Nuestros besos son una lucha por matarnos de excitación. Respiramos el aire del otro.

Su mano derecha busca mi placer mientras me lleva a una encimera pequeña. Aparta con mi cuerpo los objetos que se hallan. No aguanto más y sin dejar apenas de besarle busco aumentar mi placer y él me ayuda. Cuando él consigue estar dentro de mi lo hace con fuerza como si quisiera expulsar toda la rabia que lleva dentro y es tremendamente pasional. No puedo dejar de jadear y contengo la respiración para acallar el ruido placentero. Su mano izquierda se junta con la mía tras haberla buscado desesperado sin dejar de besar mis senos. Cuando la haya, la estampa contra la pared y sube su mano izquierda por mi abdomen en busca de complacer aún más mi deseo sin dejar de morder cuello. Somos un solo movimiento acelerado. Las venas de nuestras manos se marcan vencidas por la fuerza que empleamos en demostrar la sensación corporal. Mi mano libre agarra su pelo mientras muerdo mis labios intentando acallar el placer. 

Sin poder evitarlo grito abandonándome al dolor placentero que el me ofrece. Abre una y otra vez forzadamente su boca casi sin respirar y apunto de llegar al sumos del placer. Mi rostro aparenta preocupación que se rompe al lamer constantemente mis labios que se mueren entre los gemidos que reprimen la gran demostración de éxtasis. Gritamos a la vez y su movimiento se relentiliza forzándolo por momentos sin dejar de mirarnos. Sudados, extasiados, agotados, muertos de placer. 

- ¿Qué me has hecho? – consigue decir sin dejar de mirarme ahora asustado y aún dentro de mi- te necesito… - besa la parte media entre mis senos.

Mis ojos brillan y siento miedo. Miedo porque a lo mejor no tenia tan olvidado aquello de querer a alguien. Tan solo es que por miedo a que me necesiten de igual manera y por todo lo que eso implica, le apartaba de mi. Porque me doy asco. Soy incapaz de amar sin herir y la paradoja de todo es que es lo único que necesito, es la única droga que necesito y la más cara cuando es sincero. Pero ¿cuantas veces desee saciar mi deseo y jure no volver a caer y estabilizarme con esa dosis? Y es que lo que sentimos va más allá, es denigrante, sofocante, aniquilador… Pero necesito mentirme y mentirle, ya no soy capaz de seguir sin esta droga. No me importan la consecuencias. 







Hay rumores en New York. Para algunos jóvenes de Manhattan los trastornos cardiovasculares y depresivos o la psicosis y posteriores comportamientos desmedidamente violentos no importan. Porque ya sabéis la famosa frase de ‘a mi no me pasará’ y aquella otra de ‘es un droga sana y natural’. Aquellos jóvenes que sangran de dolor por aquello que se atreven a llamar ‘amor’ pero lo desconocen, tal palabra si es real nunca causo un daño desmedido a quienes lo sintieron o en este caso padecieron porque para Maslow y MacDylan será la droga más cara jamás comprada y sus efectos más dañinos que el fuego sobre la piel desnuda. 

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