Muchas veces tenemos el problema de que el corazón no quiere admitir lo que tu mente ya sabe. Lo que quiero decir es que, yo aquel día, también estuve tentada a meterme debajo de una puta mesa, pedir una baja e hincharme a ansiolíticos. Pero por alguna extraña razón, decidí salir a la calle. Y ¿Sabes por qué? Porque sé que siempre que algo termina, algo mejor empieza.
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